Tradúceme

¿Estás o no estás?

11 de junio de 2012

El cangrejo ermitaño

¡POR FIN! 
Sí, por fin. Hoy es mi día. He conseguido lo que quería. Llevaba tiempo detrás de este mi objetivo. Por fin he crecido lo suficiente. ¡COMO MOLO! Al fin puedo cambiar de concha. 
Llevo varios meses observando mis cambios físicos. Tengo la piel diferente y poco a poco han empezado a surgir de mi un par de pinzas y nada más ni nada menos que cuatro antenas. Sí, cuatro super antenas. Ahora me verán diferente, es un símbolo de adulto. Es casi igual que cuando a vosotros los humanos os salen pelos donde nunca querríais tener o os cambia la voz. Como cuando a vosotras las humanas os crecen del torso las mamas, o  tenéis por primera vez la menstruación. Aunque suene cutre, mis cuatro super antenas y mi par de pinzas son como en vuestros cuerpos un símbolo de crecimiento. ¡Estoy creciendo! Ya tenía ganas, y crecer lleva consigo lo que os estaba diciendo, cambiar mi concha. 
Ya casi ni entraba todo mi cuerpo en ella por lo que  no estaba del todo protegido. Andaba todo el día apretadísimo y me costaba hacer lo que solía hacer antes.  El otro día maniobré mi cambio de concha. Esta maniobra algo compleja consiste en la absorción de agua hasta casi el 70% de mi peso, para ir hinchando mi antiguo caparazón y así provocar su ruptura. Ese día era feliz. Me liberé. Me sentí genial.



Pero, aún cumpliendo mi sueño, aún logrando todo lo que llevaba esperando, aún viéndome crecer y madurar dando un paso importante en mi vida, no puedo evitar tener miedo.Tengo miedo.
M-I-E-D-O. Maldito miedo. Ese compañero que me ha acompañado durante mi existencia y al que seguramente  me lleve a la otra vida.
 ¿Cómo deshacerme de él? ¿Y si la concha que elijo no es la correcta? ¿Y si cambio tanto que no parezco ni yo? ¿Y si....? En fin, miedo. Creo que actualmente todo el mundo tiene aunque sea una mínima parte de sí mismo a la que llamamos 'miedica'. Yo, Paco, el cangrejo ermitaño, me considero un miedica. Y me duele serlo. No quiero ser miedica. No quiero achantarme en el último momento. Quiero poder elegir una concha guay. Una concha que pueda tener hasta mi próximo estirón, quiero elegir una concha que pueda lucir sin vergüenza. Esa de la que me sienta orgulloso. Una concha sencilla pero con estilo. Y sobre todo una concha cómoda. 
Necesito ayuda urgente y como de costumbre estoy solo. Llevo mi cuerpo desnudo, sin ningún tipo de protección y sigo mi búsqueda por la concha medianamente perfecta.
He tenido varios modelos cerca, aún así no se porqué no me convencen. Es ese estúpido sentimiento que me reconcome, la melancolía, ese que se apodera de mí cuando recuerdo cada momento vivido en mi antigua concha, que pena. Pero la vida sigue. Yo crezco. Al igual que todos. Y si no recuerdo mal, me encanta crecer. Pero supongo que la mayoría de los seres vivos sentimos ese sentimiento al cambiar en algún aspecto nuestra vida personal. Nuestra forma de vivir o nuestro lugar donde dormir. Melancolía, sí, a la que sin duda debe seguirle, superación. Y yo, voy a conseguirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario