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¿Estás o no estás?

10 de junio de 2012

Redacción día 11

- LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE ATENAS -


Los Juegos. Mi oportunidad para colgarme del cuello la preciosa medalla dorada; de que mi nombre sea anunciado en todos los países; de que en Grecia me reciban con vítores; de alcanzar el cénit de la carrera de un deportista.

Mientras tanto espero en lo que parece una sala, llena de gente curioseando y lo que parece ser unos niños de excursión escolar. No entiendo lo que dicen, no hablan griego. Pero bueno, no tiene la mayor relevancia, dado que estoy esperando a que griten mi nombre para poder entrar en el estadio y competir. El disco es un deporte completo, necesitas fuerza, una posición correcta, entrenamiento… Es un deporte individual, y para los egoístas como yo, eso le da un punto. Yo tendré la culpa de mi derrota y de mis errores, por tanto, me exige muchísima más responsabilidad. El disco para mí es un all-in, una apuesta firme, que me puede traer una gran victoria, o una gran pérdida. Lo di todo por el disco, era mi única salida, en un país inerte, por el que decidí apostar, en vez de emigrar. El disco de mármol pesa, y mis huesos se agarrotan, los nervios influyen mucho. 


Son mis primeras Olimpiadas. Aunque el momento en sí, me lo he imaginado un centenar de veces, cada noche. Salir del túnel que conduce al estadio, saludar y ver como las banderas azules y blancas se agitan coreando mi nombre. La satisfacción que me da el abrir los ojos tras el esfuerzo de cada lanzamiento, el centrar mi pupila y divisar el disco, en la lejanía, con la progresión que supone que cada vez lo lance un poquito más lejos, esa satisfacción, no me la produce nada más. Y por eso, hoy lucho por esa medalla, aunque yo ya sé que el haber llegado hasta aquí es suficiente. Mi entrenador siempre dijo que la frase de “lo importante es participar” la inventó uno que quedó segundo. Yo he visto a mis rivales en las salas de entrenamiento, soy el más joven, el que tiene menos experiencia, pero eso no me frena.


El disco me pesa más y más, la espera se me está haciendo eterna. Parece que lleve veinte siglos aquí metido. La luz se apaga de repente. Intento cambiar de postura, encender una antorcha y ver qué está pasando. No puedo, no entiendo nada, los niños han desaparecido y el hombre de las gafas oscuras y uniformadas se ha ido. Me han dejado solo. Agudizo el oído, los vítores del estadio se han apagado de repente. La espalda, arqueada durante demasiado tiempo, está empezando a quejarse. Grito, y el eco me responde; pero no es un eco exterior, simplemente noto como las palabras rebotan en mi cabeza. Miro debajo de mi pie, hay una inscripción, Mirón de Eleuteras 455 a.C. ¿qué significará a.C.? Consternado, miro por una ventana, hay un cartel anunciando los juegos, pone “London 2012”. Recuerdo con mis propias lágrimas la realidad que intento olvidar cada mañana. Estoy en el British Museum, y soy más conocido como El Discóbolo.

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