Tradúceme

¿Estás o no estás?

8 de junio de 2012

Un barquero de la Albufera de lo más normal



-La verdad es que, para nada me puedo quejar de mi vida, muy simple, pero soy feliz, y adoro mi trabajo. Me llamo Marcos y tengo...bueno ya estoy un poco mayor, no hace falta decir edad. Me considero, pues eso, un hombre de lo más normal; algo regordete, ya calvo, y con un gran bigote que me identifica demasiado bien. Hay personas que me toman por italiano, y a eso yo les contesto: O amore, certo che no!

Puedo decir que mi trabajo, es sencillamente maravilloso. Soy un bohemio barquero de la Albufera de Valencia, y soy feliz paseando por el río a parejas enamoradas. Una vez, traje por la noche a mi mujer con los ojos tapados con su pañuelo favorito.
Era nuestro aniversario y decidí prepararle una romántica cena, y os aseguro que con pequeñas cosas, conseguí que fuera una noche inolvidable. Cogimos una de mis barcas, y la llevé al centro del río. En la barca preparé una cena lujosísima, con una minúscula mesita en medio y con una vela y una rosa a los lados.
-Como ya os he contado, soy feliz cuando llevo en barca a las parejas que se deciden a pasar el día por aquí, aunque mis brazos ya parecen dos morcillas, tantos años trabajando aquí que al final parezco Popeye.
Hay una anécdota que me gustaría contaros, ¡porque este trabajo también tiene sus momentos divertidos!

Un día, hace ya unos años, vinieron a visitarme una encantadora pareja de chinos, los cuales parecían ser "muy felices" o eso pensaba yo...
Al principio, cuando ya estábamos en la barca, no paraban de decirse carantoñas en chino, lo cual me hacia reírme disimuladamente, ¡porque los dos ponían una cara tan graciosa!..
Cuando ya llevábamos un rato de paseo, de repente y en un abrir y cerrar de ojos, empezaron a discutir, cada vez con un tono de voz más elevado, y me empecé a asustar, porque empezaron a tambalear la barca, y... ¡Nos caímos al agua!

Nos dirijimos nadando a toda velocidad hacia donde estaban las demás barcas, cuando salimos, les ofrecí una toalla, a lo que ellos respondieron tirándomela a la cara, y sin más, cogieron su coche y se fueron. Supongo que dejarían todo el coche empapado...
Bueno, esta y otras muchas más anécdotas guardo de mi increíble trabajo, pero yo ya estoy mayor, así que, mejor, permanecerán en mi memoría, y en la de aquellos que me oyeron cuando las conté.

-Y deciros que, espero vuestra visita algún día. Yo, por lo menos os prometo que, jamás volcaré ninguna barca...

No hay comentarios:

Publicar un comentario