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¿Estás o no estás?

7 de junio de 2012

Lucía

Metida debajo de su escritorio y hecha una bola seguía llorando Lucía desconsoladamente. De sus ojos surgían millones de gotitas pequeñitas y brillantes. El amor. ¡Ay el amor! Ese que siempre defrauda, el único que te transporta al cielo, encima de una esponjosa nube y te mantiene soñando hasta que de un golpe y sin darte cuenta te deja caer más abajo del infierno. El único capaz de arrancar millones de sinceras sonrisas sin ningún tipo de rencor y al instante hacer que tus ojos se conviertan en gigantescos y caudalosos ríos. El amor, ése que al principio da miedo,luego felicidad y más tarde amargura. El amor, hasta la misma palabra te hace sentir el estúpido cosquilleo en el estómago, el cual sabemos que no es por hambre. El único que hacía que Lucía siguiera allí, sola, sin apoyo alguno más que el de una caja de pañuelos y su reproductor de música que dejaba sonar una de las canciones que parecían escritas especialmente para ella.

Aferrada a su osito de peluche, ése que le estuvo acompañando durante años bajo su sábana y el que había compartido todas sus experiencias a su lado. Lo abrazaba con fuerza, esperando que eso le hiciera olvidar su momento actual y consiguiera transportarla a marte, lejos de allí, tan lejos de toda esa atmósfera que estaba presenciando. Si hubiera una forma geométrica que expresara su día no sería ni mucho menos el círculo. Lucía no tenía un día redondo. Se parecía más a un rombo, con picos y sin equilibrio, sí, un rombo lo definiría perfectamente.

Lucía se encontraba mal, eso estaba claro y seguía soñando como cada día llegar a ser feliz.Llegar a ser comprendida y querida. Llegar a ser persona. Sonreír sin motivo alguno y llorar de felicidad. Olvidar todos sus problemas y sobre todo, sus miedos. Pasar la tarde bajo un almendro con su chico y hablar, reír y soñar juntos,mientras éste le regalaba una de sus flores preferidas, una rosa roja.
Pero eso no era más que un sueño, solo eso, un sueño, nada más. Mientras que en la realidad, Lucía seguía sola, bajo su escritorio, hecha una bola.
 Dejando sonar en sus oídos una de sus canciones preferidas y su parte favorita. 'Vamos  a pintar el mundo, de color verde, para que ésto te recuerde que lo último que se pierde es la esperanza, la vida avanza y tú tienes que hacerlo con ella'. Adoraba esa parte, y la cantaba una y otra vez, no podía entender como había gente que podía seguir y seguir levantándose después de cada caída, como podían seguir evitando cada una de las piedras que suelen invitarte a tropezar una y otra vez sin descanso, no le cabía en la cabeza que la gente no diera tanta importancia a las cosas, que tuviera fuerzas para seguir luchando y para seguir saliendo a la calle con la mejor de sus sonrisas, y envidiaba a cada uno de ellos por este simple  hecho.

Quizás y seguramente cada persona fuerte de las que Lucía no conseguía comprender, había sido débil más de una vez en su vida y esto había sido lo que los había hecho fuertes,o simplemente lo que los había ayudado a comprender la vida tal cual era con sus mil defectos y su cien virtudes. Aún así ellos  habían llegado al punto de ver la vida con una sonrisa,sin fruncir el ceño, sin gritar ni llorar, más que de felicidad. A fijarse en los millones de pequeños detalles que a la gente pesimista se nos suelen pasar. A sonreír al ver una pareja de personas mayores paseando de la mano. A preferir morir de pie que vivir de rodillas. A saltar de alegría y gritar de felicidad. A cantar sin temor al desafine y a vivir al límite de sus sentimientos. Dejarlos fluir, marchar, crecer y abundar cada una de las esquinas de nuestra pequeña vida.
Pero Lucía por muchas vueltas que le diese, sabía que no iba a poder sacar fuerzas de ningún lado para seguir hacia delante. Estaba hundida, más que el Titanic, y le resultaba muy difícil salir a flote. Sus padres estaban desesperados y ya no sabían que hacer con ella. Se pasaba los días así. Llorando, triste sin ningún motivo por el que sonreír. Sus amigas tampoco encontraban nada que pudiera cambiar el estado anímico de Lucía. Habían probado con todo, pero aún así tampoco habían dado en el centro del problema.
Desde que Alex se había marchado parecía como si se hubiera llevado la Lucía que ahora medio mundo intentaba encontrar.


Alex, no os he hablado de él. Quizá uno de los chicos más guapos del instituto. Alto, ojos claros, pelo oscuro,cuerpo atlético. El típico joven dueño de esa sonrisa que a más de una derrite. Alex, además de relucir por su físico era de los pocos a los que se pueden considerar listos, aplicado en los estudios y amable en casa. Su pasión, la música y el baloncesto. Se pasaba tardes enteras componiendo con su batería y el grupo que formaban tres o cuatro de los compañeros de su clase 'CarpeDiem', a parte de las tardes en la cancha del famoso polideportivo de la ciudad.
Alex no era el típico chico con fama de don Juan. Es más, Lucía había sido su primera novia formal. Ellos dos se conocían desde que medían 0,1cm. Sus padres estudiaron juntos en el instituto y desde bien jóvenes hasta hoy en día, habían sido muy amigos. Alex y Lucía habían pasado toda la vida juntos. Jugaban, reían, y experimentaban desde bien pequeños. Conocían sus virtudes y sus defectos, sus más y sus menos. Eran tal para cual. Fueron creciendo y se convirtieron en mejores amigos. Iban probando y saboreando la vida. Tropezaban con piedras parecidas y entonces se daban cuenta de lo perra que puede llegar a ser la vida que compartían. En su etapa de adolescentes fue cuando comenzaron a sentir atracción, empezaron a mirarse el uno al otro con ojos diferentes. Y comenzó el pensar en una vida juntos. Entonces fue cuando surgió el amor. Llegó cupido y los atrapó por igual. Como no. Se enamoraron como nunca y como nadie, el uno del otro. Hacían la pareja perfecta. A kilómetros se notaba que se amaban con locura. Eran tan parecidos y a simple vista tan sumamente diferentes que parecían dos piezas de un puzzle. Ésas con diferentes rótulos pero que siempre encajan a la perfección creando el puzzle completo. Ellos eran así. Más de año y medio duró su relación. Hicieron de todo. Disfrutaron de viajes increíbles, vieron millones de atardeceres juntos y programaron sueños que sabían que se harían realidad. Sus únicas discusiones consistían en quien quería más a quien. Y fueron muy felices. Entonces preguntaréis. ¿Qué fue lo que falló? ¿Que ocurrió para que esta historia comenzara con ella bajo el escritorio llorando desconsoladamente?
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Sábado, 26 de Noviembre de 2011.
-¡Bueeeeenos días Lucía!
-Mamá, es muy pronto aún
-Te recuerdo cariño que debes estudiar. En unos meses empiezan los exámenes de preparación de selectividad, tendrás que ir estudiándolos
-Sí mamá pero es sábado y son las...
Intento abrir poro a poco los ojos, he dormido fatal, discutí con Alex anoche y me ha costado mucho conciliar el sueño.
-¡Las.... ocho! ¡Son las ocho mamá! ¡Las ocho!
-Lo sé mi vida, ve despejándote
-¿Qué vaya despejándome? ¡Qué son las ocho! Aún debería estar dormida.
-Deja de hacer el remolón que tenemos cosas que hacer. Vístete rápido y cuando acabes de estudiar, si quieres, nos vamos de compras. ¿Te apetece?
Preguntar si me apetecía ir de compras era como preguntarle a un niño de dos años si quiere una piruleta. La más dulce con diferencia.  Mi madre sabía siempre que decir para que le hiciera caso.
-Solo si vamos a la tienda nueva que han abierto en el centro
-Pensaba en esa cielo, las vecinas dicen que hay ropa muy buena y el precio no es para ricachones.
-Genial mamá.
De repente suena el teléfono. ¿Quién llamará a estas horas? Parece que la gente no se de cuenta de que siguen siendo las ocho de la mañana, ¿Cómo puede haber gente despierta un sábado a estas horas?
-Voy a ver quien es-Dice su madre y acto seguido se va.
Lucía camina hacia la ducha. Le apetece. Se moja todo el cuerpo con agua bien fresquita. Piensa en Alex, y recuerda la discusión que tuvieron ayer.Algo le recorre el cuerpo ¿Estará bien? Le echa de menos.
Sale de la ducha, se quita la humedad del pelo, se viste y baja a desayunar. Tiene hambre, anoche no ceno casi y el estómago empezaba ya a pedirle alguna sustancia. De pronto se da cuenta de que algo ha debido pasar. Su padre sigue hablando por teléfono. Su madre llora en el sofá. Lucía decide preguntar cuando todo haya pasado. Camina hacia la cocina y se prepara la leche como todas las mañanas. Bebe un largo trago y sale al comedor donde el ambiente de tristeza se puede palpar claramente. Su padre ha dejado de hablar por teléfono y también llora. Los dos le miran fijamente.
-¿¡QUÉ HA PASADO!?
Su madre se acerca y le abraza. Lucía la aparta bruscamente
-¿¡QUÉ HA PASADO!?- repite
El primero que comienza a hablar es su padre. Se acerca sigilosamente a ella. Lucia nunca había visto llorar a su padre.
-Nos ha llamado María y Juan, Alex ha sufrido un accidente, con la moto.
De repente la taza que Lucía sostenía en sus manos chocó bruscamente contra el suelo. El mundo se le caía encima. Llorar, gritar, ¿Qué debía hacer? Es imposible que le haya pasado nada. Alex tiene cuidado. Mira que se lo dije bien clarito ayer. Por eso discutimos. Podía haberse quedado en casa, en vez de salir de fiesta borracho y coger la moto.
Lucía no sabía como explicarle lo peligroso que era, él no atendía a sus actos. Y pasó de ella sin hacerle caso. Le colgó el teléfono y lo apagó.
Lucía empezó a imaginarse cosas. No podía ser, no podía haberle pasado nada a su novio.
Cayó al suelo, encima de la leche ya derramada.
-¿¡QUÉ  LE HA PASADO!?- Gritó- ¿¡DÓNDE PUEDO IR A VERLE!?- Alzó la cabeza y vio a sus padres llorar desconsoladamente. Ninguno de los dos contestaba.
- ¿¡DÓNDE PUEDO IR A VERLE!?-Gritó de nuevo- ¿¡QUIERO VERLE!? ¿¡DÓNDE ESTÁ INGRESADO!?- Seguían sin contestarle, sin hacerle caso.
Lucía se puso de pie, miró fijamente a los ojos de su padre.
-Papá por favor, dime que ha pasado
-Cariño, Alex, ha muerto.

4 comentarios:

  1. Soy Alejandra Quintana y apoyo con un dibujo a Natalia con esta redacción.

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  2. SSoy Andrea y apoyo con imágenes y música a Natalia en esta redacción.

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  3. Fantástica iniciativa !! Enohorabuena !!

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