El Ayer

Como una pompa de jabón fue el mundo que creamos juntos.

Vista desde fuera, era envidiable: había dentro dos niños felices jugando a llenarse huecos de cariño y por fuera, todo eran destellos de colores (según le diera la luz de la luna a través de la que nos hablábamos)

Como una pompa de jabón, flotaba, volaba, iba donde queríamos dejarnos llevar y así estábamos, en un micromundo lleno de felicidad, de alegría, de colores, de todas las cosas bonitas que os podéis imaginar, entre dos personas que un día se encontraron por casualidad.

Como buena pompa de jabón que era, su fecha de caducidad, aun sin saberla exactamente, intuíamos que no era demasiado amplia, pero no queríamos pensarlo, ¿cómo pensar en eso cuando nos sentíamos cada día más unidos por un chicle invisible que no nos dejaba dejar de sentirnos a cada instante del día? Imposible. Irremediablemente nos tapamos los ojos el uno al otro con todo lo que sentíamos (aunque no fuera correcto) y seguimos dejándonos llevar, porque cuando escuchas a tu corazón, ¿qué más te da allá donde te lleve?

Y llegó el día en que nuestra preciosa pompa de jabón pasó a ser parte del todo que es la Vida. Pensé que tal vez era como el mercurio de los termómetros… pero no, las nanopartículas multicolor, nunca llegaron a juntarse para convertirse de nuevo en nuestra querida pompa de jabón.

Os aseguro que el choque contra el suelo, no fue lo que más dolió y eso que de tanta felicidad como sentíamos, estábamos ya casi al lado de Alioth.